Evitar esfuerzos duplicados y descoordinados en una organización matricial.
Planificar acciones que, a través de la cadena de mando, impliquen un mayor nivel de “control” y reduzcan la posibilidad de imprevistos que afecten a los resultados.
Cambiar planteamientos reactivos hacia conductas proactivas.
Anticipar potenciales problemas de coordinación entre áreas asegurando el engrane de los esfuerzos con los retos de la organización.
Provocar una migración hacia capacidades y niveles de responsabilidad mayores en la estructura (profesionalización).
En definitiva...
... evolucionar de una "cultura del desgaste" a una "cultura de la eficacia".
Son las personas las que diferencian a las organizaciones.
Nos encontramos con una problemática muy frecuente:
“Año con año, determinamos qué retos son claves y qué cambios deben ser realizados en nuestra compañía para adecuarnos a las nuevas circunstancias del mercado, contrarrestar las iniciativas de nuestra competencia y seguir siendo competitivos…
… sin embargo, nos resulta muy difícil implementar dichos cambios eficazmente a través de la estructura."
Seguro que más de una vez hemos escuchado o incluso nosotros mismos hemos dicho: "a veces, tengo la sensación de que mi equipo es demasiado bueno delegando hacia arriba. ¡Al final, y sé que no debería ser así, termino siendo yo quien decide y planifica qué cambios deben implementarse para actuar de manera eficaz!”.
Consolidar el crecimiento de una organización implica que el desarrollo de las capacidades de las personas tiene que ser equivalente a la evolución y transformación que vive cada año con año.
La auténtica competitividad de una organización no sólo se basa en la exigencia del “qué lograr”, sino que se requiere de personas mejor preparadas con respecto a “cómo lograrlo”.
El desarrollo de las personas que está íntimamente ligado a la importancia estratégica que adquiere en cada compañía la optimización de cada recurso.
El logro de los resultados con la mayor eficacia posible debe convertirse en un factor diferenciador y el elemento clave que asegure la competitividad de la compañía y reduzca su vulnerabilidad a los embates de sus competidores.
La capacidad de Aportar Valor como Ventaja Competitiva.